La primera... muerte.



Mi nombre es Gael Solano y vengo a confesarme, soy un asesino. Con mi cara de buena persona he sido capaz de acabar con la vida de miles de personajes entre mis páginas. He sido el ardid de accidentes mortales, incluso he llegado a elaborar diversas tramas con finales trágicos. He torturado y mutilado a un sin fin de personalidades y todo ello por el mero hecho de crear un rival digno del héroe, por darle un motivo al protagonista de la historia para que pueda luchar contra el destino o simplemente porque la víctima estorbaba en un plan para conquistar la ciudad o quien sabe... quizás el mundo.



Soy Gael Solano y lo afirmo en voz alta, he matado. Me confieso pero no me arrepiento, porque ¿Quién de entre todos nosotros no ha disfruta de ver caer sobre la clásica cama de pinchos en la eterna obra de la ciudad al malo maloso? Aguantamos la respiración cuando el protagonista tras luchar contra él, consigue que pierda el equilibrio y aunque se esfuerza en agarrarle, el maldito egocéntrico prefiere dejarse caer al vació que aceptar esa última muestra de clemencia de su rival. Esa imagen final del asesino con el hilillo de sangre corriendo por la boca, nos hace gritar en nuestro fuero interno "Siiiiii te jodes. Por ser el malo, así aprendes a ser bueno en tu próxima película"


Como escritor, tengo el poder sobre la vida y la muerte. Puedo hacer y deshacer a mi antojo pero... ¿En qué clase de Dios injusto me convertiría eso? Cada letra que se escribe tiene un destino y a veces, aunque ese personaje tiene que morir no lo hace. Al igual que los seres humanos puede gritar correr o suplicar. Puede pasar un policía en el momento justo o miles de situaciones diferentes. Cada situación es diferente y si dejamos espacio para que cada personaje crezca descubriremos que gente sin importancia pueden ser grandes secundarios en nuestra obra o quizás que simplemente el libro lo pide. Además... no es tan fácil matar a alguien.


"Frank, como cada día desde el último mes, estaba esperando a Johana agazapado entre los arbustos por donde ella solía pararse a tomar aliento. Miró el reloj comprobando que eran las cinco y media de la mañana y apretó con tanta fuerza el cuchillo que estaba sujetando, que los nudillos se volvieron blancos. Hoy sería el día.


Fue aquel sonido rítmico de pasos acercándose lo que le puso tenso y provocó que su corazón se acelerase como si hubiese sido él el que hubiese corrido durante media hora. Respiró acompasádamente a medida que observaba acercarse a la muchacha. Con aquel conjunto negro y rosa de licra ajustada estaba preciosa. Su manera de correr resaltaba la energía y agilidad que le daban sus veintitrés años de vida.


La paciencia que requirió quedarse quieto y esperando no era nada en comparación con la excitación del momento. Casi podía sentir el miedo cuando le viese aparecer, el placer cuando introdujese el cuchillo en su pecho mientras la miraba a los ojos robándola lo más sagrado.


-Ya eres mía -susurró cuando la vio bajar el ritmo hasta detenerse haciendo unos ejercicios de estiramientos. Se acercó en silencio a su espalda cuchillo en mano. Se excitó al ver cómo se giraba sobresaltada cuando al pisar una rama seca se delató -Buenos días bonita -Dijo con una sonrisa babosa en la cara.


-Mic mic.


Para cuando el hombre se quiso dar cuenta, solo quedaba una leve línea de humo allí donde debería haber estado su víctima. Si hubiese podido seguirla, habría visto como Johana adelantaba al coyote, al correcaminos, y que ahora tiene una cómoda vida en Italia donde entrena al equipo de atletismo con la experiencia que le ha dado esforzarse durante cinco años todas las mañanas.


En cuanto a Frank, tras varios intentos fallidos de asesinato en el parque decidió ser él el que empezase a correr. Cuatro días después le asaltó una mujer que le esperaba entre los arbustos y le encontraron muerto con marcas de navaja en su pecho. Actualmente, la policía agradecería cualquier pista sobre la presunta asesina de corredores noveles de Central Park."


Para haberlo hecho en cinco minutos espero que os haya gustado. La primera muerte en mi blog, aunque no era quien creía...

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