Las ciudades, mis mujeres

Con lo poco que me gusta viajar, es inconcebible la cantidad de sitios en los que he estado. Hoy, mientras desayunaba y pensaba que me apetecía escribir, sonreí con nostalgia recordando algunos de ellos.


Los lugares que he conocido y por los que me he movido siempre tienen algo en común, me parecen mujeres. Hablemos por ejemplo de Melilla. Al contrario de lo que se especula en las novelas de amor ¿qué hombre no está tentado de hundirse en el amor de una mujer fácil? Una chica que, como las calles de Melilla, tiene miles de promesas y deseos por complacer. Una ciudad en la que el pecado no es tal y que si la amas lo bastante, puede seducirte complaciendo tus vicios más oscuros.

Mi vicio...

Uno de mis vicios preferidos es gastar dinero. Derrochar miles de millones de euros en apartamentos, coches, fiestas, vacaciones… comprar todo aquello con lo que sueño. Pero la realidad siempre se me impone y como no soy rico, tuve que cambiar ese buen vicio por el de jugar a los videojuegos. Tampoco es que sea algo barato. A pesar de todo, con el paso de los años tengo una colección impresionante que empezó cuando yo tenía catorce años.


De hecho ¿sabéis lo que hice con mi primer sueldo? Eran diez mil pesetas y me gasté siete mil quinientas en comprarme el “Tecmo cup” un videojuego de la famosa serie “Campeones” (con los nombres cambiados para no pagar derechos de autor je je je). Aún recuerdo con cariño las horas que estuve con mi gente jugando a la consola, la antigua Nintendo que todos teníamos.

 
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