Buscando en el baúl de los recuerdos, encontré la caja de Pandora y rebusqué en su interior partes de mi pasado. Entre muchos escritos viejos, cartas olvidadas y relatos que nunca acabé, estaba esta pequeña joya. De todos mis relatos cortos, este fue el primero que envié por la red para ganar una pequeña apuesta. Hace ya mucho de aquello, aun así no he querido retocarlo para que no pierda la esencia de lo que en antaño fui. Desde ya os informo que no es una lectura apta para menores, al resto... espero que la disfrutéis y me deis vuestra opinión.
No recuerdo cuando ocurrió todo esto, hace unas horas, unos días, tal vez incluso unos años. Puede que ni siquiera haya ocurrido de verdad por que a veces, mientras le miro, pienso que todo esto es parte de un sueño. Que nada puede ser tan perfecto. Pero no quiero complicarte querido diario, déjame que empiece desde el principio, déjame contarte los secretos que turban mis noches y pueblan mis fantasías.
Él y yo éramos amigos desde hace tiempo e ignoro el tiempo que pase en su compañía aquella noche. Las horas pasaban lentamente sentada en el banco mientras me dejaba hechizar por su persona. Su voz, suave y segura, era una de esas voces que te deleitan, de esas que puedes escuchar hasta que el sol de la mañana te encuentre con una sonrisa. Mientras sus palabras bailaban en mis oídos me fijé en sus manos, manos amplias, fuertes y robustas, con unos dedos largos y agraciados. Un escalofrío recorrió mi cuerpo imaginando como sería sentirlas pasar por mi piel.