Entre putas y cabrones

La guerra más antigua no es aquella en la que hubo ochocientos millones de muertos allí donde Napoleón perdió el sombrero. El motivo de la misma tampoco es algo tan banal como el dinero o conseguir más tierras para una misma nación. La verdadera naturaleza humana, la agresividad que llevamos marcada en nuestro ADN, está patente cuando juntas a las dos fieras más peligrosas de la creación, un hombre con una mujer.


Qué diablos…


Si el experimento era tan arriesgado que incluso Dios decidió expulsar a los únicos dos que conocía del paraíso para no arriesgarse a salir herido en un fuego cruzado. Desde entonces llevan peleando. Que si tú te comiste la manzana, que si tú también, que si te la ofrecí por si tenías hambre, que si lo hiciste por joder…

Hoy

El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; de tu sonrisa, de tu mirada, del ardor de tus palabras y de las curvas de tu cuerpo, de la forma en que me abrazabas cuando creías que dormía, de la manera en que gimes cuando te excitas, del momento que nunca tuvimos y de todos aquellos que ya vivimos, de esa manera tan particular de sacarme la lengua cuando quieres chincharme, de los piropos que lanzas cada vez que me ves, de esa película que disfrutamos juntos y de las canciones que no bailamos, de las veces que pasé la punta de mis dedos por tu piel desnuda, de la primera vez que me hundí en tu mirada, de la última en que me sacié con tu boca, de las cenas a base de pizza y los desayunos a base de besos.


El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; en mi cama, en la cocina, en el salón, en la calle, en el cine, cuando estoy con alguien o cuando estoy a solas, me habla mientras me ducho y mientras espero, mientras trabajo o cuando no hago nada, mientras conduzco, mientras rezo, me habla cuando solo hay silencio o cuando el ruido llena las paredes, cuando rio, cuando lloro, cuando grito rompiendo los platos donde una vez comimos, cuando abrazo aquel peluche tuyo que siempre odié, cuando paso por tu calle, cuando veo a tus amigos, cuando voy a la piscina, cuando me siento bien, cuando me siento mal y hasta cuando creo que puede parar.

Mis comienzos...

Alguien como yo que se lanza de cabeza sin saber muy bien si se está tirando a una piscina, al mar o a un océano, siempre es proclive a terminar sus aventuras de manera funesta y de norma con más problemas que soluciones. Que os voy a decir, soy como esos amantes de lo fantástico que en lugar de comprarse un Audi prefieren soñar con montar dragones y que en vez de dar una vuelta con los amigos, se pasan el tiempo intentando domar unicornios. Un aplauso por el mundo que permite esos gustos peculiares.


Sabiendo eso, diríais que el camino lógico que la vida ponía ante mí era el de ser un gran escritor. Pero no. ¿Qué clase de historia sería esta si ya supieseis todos los detalles del final desde el principio?


Una muy aburrida.


Entonces ¿por qué y cuando comencé?

 
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