La llamada de la sangre


A través de los cristales del bar, todo era oscuridad en el exterior. Roger, echó un vistazo al reloj calculando cuanto faltaba para que amaneciese maldiciendo en su interior.

-Siento el retraso -Dijo una chica de no mas de dieciséis años al sentarse a su lado -¿Llevas mucho esperando? -Preguntó con aquel tono entre juguetón e infantil.

-Solo desde la hora en la que habíamos quedado -La regañó -Tengo poco tiempo para estar aquí, si vas a llegar tarde lo mínimo que podías hacer es avisarme -Se contuvo al darse cuenta de como la chica se encogía sobre la silla -¿Has pensado lo que te dije?

Era una pregunta fácil con una respuesta fácil, un si o un no, no había más posibilidades. Quizás esa fue la razón por la que al verla dudar, provocó que su irritación creciese.

-No quiero hacerte daño... -Dijo con voz tímida.

-Pero...

He vuelto...



Entre una cosa y otra al final me ha costado un poco ponerme al día, pero aquí me tenéis de nuevo listo para la acción. Como veis, el blog tiene un nuevo diseño gracias a la inestimable ayuda de Oloman. Con sudor, sacrificio y una dosis de paciencia que rallaba el masoquismo, me ayudó con el nuevo formato y de paso me enseñó un poco de código HTML.


Si tenéis la oportunidad echad un vistazo a su página, está muy bien montada y posiblemente os sea de gran ayuda si queréis hacer un buen blog. Su dirección es: "http://www.oloblogger.com"


Así que a partir de mañana volvemos a las andadas. Hasta entonces me despido intentando ganar fuerzas para el camino que me espera.

Aviso importante

Respondiendo a varios mensajes que me han llegado al correo, si que continuaré escribiendo aunque actualmente estoy en cama aquejado de un virus con fiebre muy alta. En cuanto me sea posible vuelvo a las andadas, así que echadme de menos hasta mi retorno.



La guarida del dragón

Coger un bolígrafo, un poco de papel y sentarte en el suelo ya te da poder para empezar a escribir. Este ejercicio lo podemos hacer cuando estamos esperando en el médico, cuando viajamos en autobús o en el bar donde tomamos ese desayuno diario.


Como escritores, todos necesitamos un hueco donde podamos estar con nosotros mismos para narrar aquello que somos capaces de ver. Si, una casa en la playa estaría bien (¿Cómo? ¿Vosotros no tenéis ninguna? ¿En serio?) Bromas aparte, ni yo dispongo de una casa así, aunque lo más seguro es que si la tuviese estaría tostándome al sol en lugar de escribiendo. Así que siguiendo esa lógica cualquier lugar donde nos sentemos cómodos para escribir servirá.

 
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