Hoy

El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; de tu sonrisa, de tu mirada, del ardor de tus palabras y de las curvas de tu cuerpo, de la forma en que me abrazabas cuando creías que dormía, de la manera en que gimes cuando te excitas, del momento que nunca tuvimos y de todos aquellos que ya vivimos, de esa manera tan particular de sacarme la lengua cuando quieres chincharme, de los piropos que lanzas cada vez que me ves, de esa película que disfrutamos juntos y de las canciones que no bailamos, de las veces que pasé la punta de mis dedos por tu piel desnuda, de la primera vez que me hundí en tu mirada, de la última en que me sacié con tu boca, de las cenas a base de pizza y los desayunos a base de besos.


El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; en mi cama, en la cocina, en el salón, en la calle, en el cine, cuando estoy con alguien o cuando estoy a solas, me habla mientras me ducho y mientras espero, mientras trabajo o cuando no hago nada, mientras conduzco, mientras rezo, me habla cuando solo hay silencio o cuando el ruido llena las paredes, cuando rio, cuando lloro, cuando grito rompiendo los platos donde una vez comimos, cuando abrazo aquel peluche tuyo que siempre odié, cuando paso por tu calle, cuando veo a tus amigos, cuando voy a la piscina, cuando me siento bien, cuando me siento mal y hasta cuando creo que puede parar.



El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; hasta cuando quiero que se quede callado, hasta cuando quiero que me acorrale, hasta cuando me atormenta, cuando me consuela, cuando chillo que lo deje o susurro que continúe, cuando le escucho con atención, cuando decido ignorarle, cuando no tiene sentido lo que dice o cuando todo lo que dice tiene sentido, cuando me empalaga, cuando me enfada, cuando quiero amordazarle y mientras pienso que no podré aguantar más, cuando me incita, cuando me valora, cuando me respeta y hasta cuando se lo pido.


El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; mientras los días se vuelven años, mientras los años pasan, mientras la tierra gira, mientras la gente cambia, mientras te sigo esperando, mientras desespero, mientras creo, mientras dudo, mientras me repito que no puedo seguir así, mientras pido que nada cambie, mientras sospecho, mientras confío, mientras te busco, mientras te olvido.


El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; sin alegría, sin tristeza, sin rencor, sin perdón, sin olvidar lo que pasó, sin recordar lo que ocurrió, sin fe, sin titubeo, sin tomárselo en serio, sin pensar lo que duele, sin que sus ojos se empañen con mis lágrimas y sin que se le rompa el corazón a cada palabra, sin amar lo que quedó atrás y sin valorar lo que hay delante, me habló sin el espíritu de ayudar, sin compasión, con esa pizca de engreimiento de la que hacen gala los que están sin sentimientos.


El fantasma que hay en mi habitación me persigue. Me habla de ti; me susurra, me estimula y me provoca, me pide, me grita y me suplica porque recuerde, para que olvide, para que te deje ir, para que vaya a buscarte, me sujeta de los pelos y me zarandea para que comprenda, para que asimile, que los fantasmas no existen y que soy yo el que piensa en ti.

1 comentario:

  1. Es hermoso... Me ha llenado el alma de ternura, de un sentimiento que me llena el corazón!!! Que grandes letras... Nunca pares de escribir, Cada día amo más leerte, un gran beso!

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