Grandeza

No vais a creerlo, pero hoy voy a hablaros de algo que me fastidia mucho. Que los coches no vuelen. Si, si, ya sé lo que estáis pensando, que menuda tontería. Pero cuando era pequeño, siempre creí que al llegar a la madurez los coches volarían, que los videojuegos serían de realidad virtual y las enfermedades estarían casi erradicadas (Una gripe para faltar al trabajo un par de días siempre viene bien, así que esa la dejamos a propósito). Creí que podríamos estudiar por el placer del conocimiento y que viajar a Venus en fin de semana, estaría sujeto a grandes descuentos. No como Plutón, que sería solo para los más sibaritas.


Siete de Agosto del dos mil trece. Parece que fue ayer cuando escribía con mala letra en mi cuaderno a rayas "agosto de mil novecientos ochenta y nueve". Miro por la ventana y descubro que Plutón ya no es un planeta, los coches siguen yendo por carreteras llenas de baches, los ciclistas se juegan el tipo enfrentándose a un camión o yendo en la parte de atrás de una ambulancia y en los videojuegos puedes amputar la cabeza de una persona disparándola y sin embargo le ponen un velo negro a los personajes cuando tienen algo de índole sexual.



En las películas antiguas, vemos indignados como el miedo y la paranoia dominaban a todos. Se quemaban brujas, se colgaban rameras y se mataban campesinos que "insultaban" a su señor cambiando de trabajo. Hemos avanzado mucho desde esa época. Hace poco iba por la calle cuando una señora mayor se tropezó. Me sorprendí cuando la persona más cercana en lugar de sujetarla, la empujó alejándola de ella. "Es que es así como roban" alegó en su defensa. Puede ser cierto, pero ¿En qué clase de mundo vivimos que es más importante causar dolor a otro por miedo a perder nuestras pertenencias que ayudarle y revisar nuestros bolsillos después? Me chocó. De hecho, me sigue chocando.


Cuando la gente se une hace maravillas ¿Pero qué ocurre cuando está tan dispersa? Apadrinamos niños en África mientras el vecino se muere de hambre por perder su trabajo, aguantamos la corrupción indignados como algo "normal" limitándonos a quejarnos en las tertulias de un bar, permitimos el abuso de gente sin escrúpulos con un ligero "la vida es así" en lugar de formar codo con codo una pared que nos haga ir hacia adelante.


Quizás sea por eso que estamos yendo hacia atrás en la sanidad pública, en la política, en la educación, en los derechos laborables, en la sociedad. Por qué es más fácil no hacer nada, que hacer algo. Tener los ojos cerrados mientras haya pan en mi mesa, que abrirlos y luchar por un filete.


Solo soy un pobre escritor que cuando ve a dos personas gritando se pregunta si algunas de las dos escucha, que nota como a veces preferimos dejar veneno en la vida de la gente a hacer lo correcto porque "no tenemos ganas de salir" o "es que está lloviendo".


Sin embargo siempre creí que estábamos destinados a algo más, que la ciencia superaría con creces la tontería universal. Que el ansia por superarnos mataría la mediocridad y que tener fe no sería la excusa para no hacer algo, sino para luchar por ello con uñas y dientes. Siempre creí que estábamos destinados a ser grandes, ¿La humanidad retroceder? Ni para coger impulso. Sin embargo no es así... no me extraña, después de todo ni siquiera los coches vuelan.

1 comentario:

  1. muy buena la reflexion. tienes razon en todo ello!!!!!!!!!!!! y la cosa es q es tan simple q no nos paramos a pensarlo o por lo menos yo...no lo hago

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