Miedo

Hoy sé que es domingo, aunque no me importa gran cosa. Para mí el domingo es como un lunes cualquiera o el miércoles de la semana que viene. Tan solo un día más. La única diferencia es que hoy, no me apetecía despertar. Estoy cómodo, seguro, feliz, me sumerjo entre mis fantasías flotando de la consciencia a la inconsciencia como si no tuviese ningún problema. Como si pudiese permitirme soñar todo el día con tonterías. No quería levantarme, es la verdad, pero el exterior se empeña en hacerse notar intentando arrebatarme mi paz interior.


Abro los ojos analizando el lugar en el que vivo. Miles de veces, he oído como la gente se queja de sus apartamentos como si fuese un lugar indigno. Si tuviesen el mismo espacio que yo, verían que sus tremendos castillos son motivo de dicha en comparación con el agujero en el cual hago mi día a día. Supongo que esa es la razón por la que no tengo tele, ni lavadora, ni siquiera una triste nevera. No hay espacio…


A pesar de todo, no me quejo. Al contrario que muchos otros, por lo menos tengo un sitio donde dormir calentito. Fuera llueve, hace frio y a veces nieva. Fuera es malo, fuera es dañino, fuera es peligroso.



Recordar que tengo que salir me hace daño. Me hace sentirme mal. Ojala no tuviese que salir nunca, no tuviese jamás que asomarme al exterior para unirme a gente a la que ni conozco ni me importa conocer. De hecho ¿Alguien me quiere? Si bueno… seguro que viene el listo de turno y me dice “mi madre”, de eso no cabe duda. Ninguna madre deja de querer nunca a un hijo pero ¿Alguien más?


Cierro los ojos e intento dormir de nuevo. Pensar tan temprano nunca ha hecho bien a nadie. Pensar también es malo porque desde que pienso, he descubierto cosas que no me gustan, con las que no estoy de acuerdo ¿Y qué fuerza tiene una voz que no suena ante tanto ruido?


Estoy cansado, triste y asustado. El ruido de las sirenas me llega del exterior previniendo de los mil males que acontecen al mundo. Hay robos, asesinatos, violaciones, torturas, secuestros… mil cosas malas por las que salir allí fuera lo considero más un acto estúpido, que de valientes.


He analizado la situación mil veces. La he visto desde todos los puntos de vista que se me han ocurrido y la verdad, es que la vida es una jodienda. Desde que naces hasta que mueres todo es un cúmulo de problemas, obstáculos y dinero. Mucho dinero.
Empecemos por el principio. Hay que aprender a gatear, hablar y mantener el equilibrio. Se alegran y te felicitan hasta por tirarte un pedo. Es una buena época para casi todas las familias. Sin embargo, para bien o para mal, queda en el olvido. Vas a la escuela y estudias todo el día durante tantos años, que es raro que a la gente no le salgan raíces del culo y mute siendo mitad adolescente, mitad silla. ¿Cuál sería el superpoder? ¿Leer hasta matarte de aburrimiento? ¿Darte conocimientos hasta que te estalle la cabeza con toda esa información?


Después de esos años, tanto si acabas bien como si decides saltarte esa parte en tu vida, toca trabajar. ¿En qué? Basurero, albañil, camionero, en una fábrica, en un banco, en un Mac Donald, de político, de actor, de cantante, como luchador, como asesino, como contrabandista… hay tantas posibilidades y tan pocos enchufes. Porque eso si, si no conoces a nadie, más te vale darte cuenta con cinco años de que jugar no será tan beneficioso como aprender a leer y memorizar datos que nunca más te servirán en tu vida.


Si chaval, con cinco años ya deberías saber que eres médico y no puedes dedicarte a las luchas con tu hermano. Mejor dedícate a auscultar a la vecina… o piensa en dejar de robar el bocata al empollón de clase y estudia ciencias políticas para aprovechar al máximo tu potencial. ¿Qué eres bueno con los ordenadores? Pues entonces tu elección es obvia, cambiar corriendo tus gustos porque la informática está muy saturada.


En fin, trabajar de ocho a doce horas todos los días por el sueldo de un esclavo para que puedas sentirte libre el fin de semana. Y eso si tienes suerte, porque si no la tienes trabajas lo mismo gratis pero buscando trabajo.


Hay un refrán que dice “Si la vida te da la espalda, tócala el culo” yo creo más en el de “Si la vida te da la espalda pásame la vaselina que me vengo”. Y es que es verdad, con tanto estrés llegas a los sesenta años deseando jubilarte con dolor articular, peritoneal, cardiaco, mal de amores y para colmo… viejo. Si, que la primera vez que alguien piensa en tener un hijo es a los cuarenta y muchos. Eso siempre y cuando no sean esos hijos “por sorpresa” como les llaman ¿pero de que sorpresa están hablando? Por el amor de Dios… Practicaste el sexo sin preservativo, qué esperabas ¿Un microondas?


Si la vida no puede dar más asco. Cuando tendríamos que disfrutar de la edad de oro es cuando más jodidos estamos. Para colmo todo sube menos lo que nos tiene que subir. Si, ya sabéis de lo que hablo… de las pensiones claro. Así uno que lleva toda la vida trabajando para mantener el país a flote, puede morir orgulloso de hambre, como aquel que nunca dio palo al agua.


Ala, decidido, que paren la ambulancia y le digan a mi madre que cierre bien las piernas que por muy embarazada que esté, yo no salgo.

4 comentarios:

  1. que grande q eres!!!!!!!!!!!!! madre mia, con cada relato logras sorprenderme y emocionarme. gracias

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  2. Interesante, Solano. Me gusta tu forma de ver las cosas

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  3. Uys que bebe mas sabio.un punto de vista muy real el tuyo Gael. M e encantan tus relatos

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  4. Muy bueno! no me esperaba tan pronto la actualización de tu blog pero me ha encantado, muy real.... :-D

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